Psicoanalistas, atentos a este párrafo de El resto indivisible, el libro de Slavoj Žižek que estaba inédito en español hasta que Ediciones Godot lo publicó hace poquito:
“… por medio de la Palabra, el sujeto finalmente se halla a sí mismo, da con su ser: ya no es un mero y oscuro anhelo de sí, dado que, en la Palabra, se alcanza, se postula en cuanto tal. Sin embargo, el precio que paga es la pérdida irreparable de la identidad propia del sujeto: el signo verbal que representa al sujeto (en el cual el sujeto se postula como idéntico a sí mismo) lleva la marca de una disonancia irreparable; nunca ‘se ajusta’ al sujeto. Esta necesidad paradójica que explica el acto de volver a uno mismo, de encontrarse con uno mismo, adquiere de inmediato, en su actualización, la forma de su opuesto, de la pérdida radical de la identidad propia; presenta la estructura de lo que Lacan llama la ‘castración simbólica’. Esta castración en el pasaje a la Palabra también puede formularse como la duplicación, la división, de un elemento en sí mismo y su lugar en la estructura.
(…) En resumen, la paradoja fundamental de la simbolización (la paradoja que el término ‘castración simbólica’ intenta recapturar) es que la Naturaleza puede alcanzarse a sí misma, a su identidad propia, solo pagando el precio del descentramiento radical: solo puede encontrarse a sí misma en un medio fuera de sí. Un padre se convierte en padre ‘en cuanto tal’ (el portador de la autoridad simbólica) solo cuando asume su ‘castración’, la diferencia entre él en la realidad inmediata de su ser y el lugar en la estructura simbólica que garantiza su autoridad: la autoridad del padre está radicalmente ‘descentrada’ respecto del padre como persona de carne y hueso; es decir que es la estructura anónima de la Ley simbólica la que habla a través de él.”
Esto está en las páginas 91-92 de “El resto idivivisible”. Si quieren conocer más del libro pasen por acá.