El mar y la literatura son dos elementos que sobrevuelan las páginas de «Clavelina», la última novela de Eduardo Kovalivker. Y son también dos puntos que le sirven de anclaje a Gonzálo Galvez Romano, que escribió estas líneas sobre el libro:
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En Harún, Salman Rushdie cuenta la existencia de un Mar donde quien se baña obtiene la capacidad de contar historias. Si se sumerge el tiempo suficiente, logrará que esas historias sean irresistibles. Quizás, sabedor de esto, Kovalivker sitúa al niño Juan Pan cerca del mar y para reforzar el concepto le acerca una biblioteca llena de Melville, Stevenson y Hemingway. El resultado es una historia repleta de otras más, de viajes a otros mares y a otras vidas.De aventuras donde los peces y las mujeres pueden ser demonios, de obsesiones en forma de adolescentes expertas en el amor. De una geografía donde se puede cruzar una selva entera para conseguir un veneno como el que destruyó el corazón del Kurtz de Conrad.
Para esto, el autor no busca pulir un estilo que se ponga por encima de la trama. Simplemente se ocupa de contar con un ritmo de vértigo, escenas donde sexo y sexagenario parecieran tener la misma raíz etimológica. El Juan Pan adulto coge, come, se emborracha y mata como si en este nuevo mar hubiese encontrado la fuente de la eterna juventud.