Desde la revista El Parapeto publicaron una entrevista de Mercurio Sosa a Bob Chow. En el reportaje, Chow habló sobre el oficio de escribir, sobre nuevas tecnologías, blogs y redes sociales. Y también sobre el premio que ganó por su novela «Todos contra todos y cada uno contra sí mismo» y que organizamos con La Bestia Equilátera.
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Todo el mundo habla de Bob Chow, se ha convertido en una celebridad. Con tres libros bajo el brazo, Bob está en la zona.
Pero, ¿dónde es la zona? Luego de un par de conversaciones telefónicas, Bob me citó a su oficina. Acudí, pero sólo encontré a su secretaria, vestida con una pollera tubo gris hasta las rodillas, stilettos negros, camisa blanca y anteojos catwoman con armazón negro. Me dijo: “Bob te dejó esto”, y me entregó un sobre. Lo abrí y encontré escrita una dirección, que me llevó a otra dirección, y después a otra, a un super chino y luego a un natatorio para niños, para finalmente hacerme viajar a Coronel Brandsen, donde ya había caído la noche y hacía un frío de los mil demonios.
Esperé dos horas y una luz brillante se encendió, me quemaba los ojos. Dentro de tanta luz pude vislumbrar un espectro, una sombra que con una voz que parecía de otro mundo, se presentó y accedió a la siguiente entrevista:
— ¿Cómo fue el día en el que la revelación llegó? El día en el que te diste cuenta que serías escritor
Tuve una única revelación: SOY EL PESCADO PERO DEL LADO DE ADENTRO. Para todo lo otro soy ciego, como un animal de cueva.
— ¿Tenés algún tipo de método, cuando escribís, mañana tarde o noche?
Algunas cosas extraídas de la escuela de los 18 secretos de la golondrina: palos cortos, palos largos y lanzamiento de loros y cerdos empetrolados; paseos en cementerios ovni e indios; gangbang con humanoides, intercambio de nieblas. Una hiena del Congo belga como mascota, sin bozal, sin correa (no les gusta). No niño, ese perro no es para acariciar. Escribo hasta cuando corro.
—Llega un momento en la vida de todo escritor, un momento muy importante, que es el día en que descubrís tu propia voz ¿Nos podrías describir ese momento?
Me parece que mi calendario vino con menos días. Veo la voz como algo distante, como la isla de Krakatoa en llamas, llegando en piragua hacia una costa rojo incandescente.
— ¿Qué sensación te trajo el enterarte de que habías ganado el premio de la Bestia Equilátera, con tamaño jurado?
Luchamos, ganamos y perdemos. No sabía nada del jurado, fueron muy amables. Asumo que me están jugando una broma.
— ¿Qué pensás sobre el mundo de los blogs, como combatir su obsolescencia por parte de las otras redes sociales?
Empecé a escribir, como un mono que tira pasteles contra la pared, en un blog. No sé si las redes sociales sirven para desarrollar un arte. No se puede jugar al rugby en una mesa de ping pong. Una muralla de pequeños pedacitos de basura humana orbita la Tierra. Es basura lo que recubre el mundo. Hay buenas evidencias para creer que la solución no surgirá de un cerebro de carne. La solución no llegará de un aeropuerto de carne. Quizás nos visiten supermáquinas para contactarnos, en un picosegundo, con trillones de civilizaciones de vanguardia. Las formas neblinosas, las espumas de alta velocidad, surgirán de debajo de las escotillas. Las supermáquinas surgirán desde las sombras.
— ¿Qué recomendación le das a un escritor que, con una novela bajo el brazo, no sabe qué hacer?
Si no es que se corte el brazo, primera solución: Taller de Vanoli. Alternativamente: levantarse dos horas antes y acostarse dos después. Suspender actividades superfluas como redes sociales, diarios, fútbol, política, TV. Escribir en todos los papeles que haya en el piso, en las paredes, usar a los amigos como herramientas de trabajo. Aun así, hay sapos que nacen tristes y no llegan a comer mosquitos.
—Una vez mandado el libro al editor, ¿lo volvés a leer o ya pensás en otra cosa?
¿Qué es un libro? Sólo pienso en ella, lejana, alien, inalcanzable, inexpresablemente bella.