Lucila Varise, autora de Almas nocturnas, estuvo conversando con nosotros sobre su nuevo libro (Hojas del Sur, 2016). Hoy les dejamos la segunda parte de la entrevista, en la que entre otras cosas nos cuenta cómo armó la novela, y qué prepara para más adelante.
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-La historia trata sobre tres amigas adolescentes. ¿Te resultó difícil meterte en la cabeza de los adolescentes de hoy en día? ¿Qué ideas tenés acerca de ellos?
Lo abordé desde el personaje de Micaela. Quién era ella y cuáles eran las cosas que quería. Partí desde mi propia experiencia y sentí una conexión inmediata con su personaje, lo cual hizo que fuera fácil escribirla. También soy de observar mucho a la gente y construir mis personajes a partir de personas de la vida real. El personaje de Chaco está basado en mi sobrino Tomás. Un día que lo fui a ver jugar al rugby escuché que los amigos lo alentaban: “¡Chaco! ¡Chaco!”, y ahí nació el personaje en mi cabeza.
Con respecto a la generación de hoy, si bien avanzó mucho la tecnología y cambió la forma en que se comunican, lo esencial de esa edad sigue siendo lo mismo. Todos queremos ser aceptados, ser parte de un grupo, pertenecer. Eso no ha cambiado y es de ahí desde donde yo parto. Me gusta escribir sobre adolecentes porque los encuentro más interesantes que los adultos. Los adolescentes de hoy deciden qué es lo que quieren ver, leer, hacer, se hacen escuchar. Se exponen y exponen. Tienen una actitud y una seguridad que yo admiro mucho. A esa edad uno cree que es invencible, que puede hacer lo que quiera y que nada es imposible. Eso es algo que cuando uno crece a veces se va perdiendo y esta bueno contagiarse de esa energía.
-La forma de contar el relato asume riesgos: varios personajes que narran, espacios y tiempos que se cruzan y superponen, idas y vueltas en la temporalidad, entre otras cosas. ¿Por qué decidiste tomar ese camino? ¿Se te hizo difícil? ¿Qué pensás que se gana y se pierde en esa estructura?
Me salió escribirlo así naturalmente porque creo que es un reflejo del caos que hay dentro de mi cabeza. Escribí cada línea argumental por separado. Como si fueran varias historias diferentes. Después las fui compaginando. Fue la parte que más trabajo me llevo y a la vez la que más disfrute: ¡era como editar una película! Pienso que para algunas personas puede resultar difícil seguir la trama con este tipo de estructura ya que hay muchas pistas y detalles que son muy sutiles y hay que prestarles atención. Pero para mí es fundamental la forma en que se narra una historia. Eso creo que tiene que ver con mi background como guionista, y lo que a mí me gusta es que una historia me sorprenda con un giro inesperado, que me genere intriga y ganas de seguir leyendo. Y creo que con esta estructura se gana justamente eso.
-El final es oscuro. Sin spoilear, ¿qué podés comentar sobre la resolución?
Si, es bastante críptico. Dudé en darle ese final tan oscuro. Tenía escritos otros finales alternativos que también eran buenos pero este no paraba de darme vueltas por la cabeza. Sabía que era un tanto jugado pero finalmente me dejé llevar por lo que yo sentía que era perfecto para la novela. No podía haber otro, todo me llevaba a ese final. Cuando mandé el libro a la editorial estaba segura de que me lo iban a bochar, que me iban a pedir que lo reescribiera. Y cuando me dijeron que les había gustada lo primero que pensé fue: “¿No leyeron el final no?”.
Un buen final siempre es recordado, y este final te hace pensar en muchas posibilidades. Me gusta dejar la puerta abierta para varias interpretaciones, que el lector piense y genere sus propias conclusiones.
-¿Qué proyecto nuevo tenés, planificado o en acción?
Estoy terminando mi segunda novela que se llama “Pájaros Negros”, sigue un poco la línea de “Almas Nocturnas” en cuanto a estilo pero sin dar mucho a conocer trata sobre realidades paralelas. Hay un cruce entre algunos de los personajes de “Almas Nocturnas” en este libro pero no es una secuela. La secuela vendrá después.