Algo en lo que creemos en UnaBrecha es que a las cosas hay que ponerles el cuerpo. Decimos sí a lo digital, sí a la tecnología, sí a todo lo que facilite y ayude a promover acciones culturales. Pero si no se le pone el cuerpo a todo eso, es muy difícil que las cosas salgan bien. Y recién, mientras leíamos esa genialidad que es Herzog por Herzog (El Cuenco de Plata, 2014), encontramos algunas citas de este cineasta que habla exactamente de lo mismo. Miren a Werner Herzog, lean a Werner Herzog, que algo sabe sobre el tema:
“Me fascina la idea de que nuestra civilización es como una delgada capa de hielo sobre un vasto océano de caos y oscuridad.”
“Recuerdo que cuando la Twentieth Century Fox se interesó por primera vez en coproducir Nosferatu querían que viajara a Hollywood. Pero yo no quería ir, así que los invité a venir a Munich. Fui a buscarlos al aeropuerto, metí a los cuatro ejecutivos en mi camioneta Volkswagen sin calefacción una mañana helada de invierno y los llevé a la campiña bávara. Recuerdo que se asombraron al ver que había presupuestado sólo 2 dólares por la escritura de guión, puesto que no había necesitado más que 200 hojas de papel blanco y un lápiz para escribirlo.”
“Durante los últimos años del colegio secundario gané dinero trabajando en horario nocturno como soldador en una siderúrgica, empleado en una playa de estacionamiento y otras cosas por el estilo.”
“Tal vez el mejor consejo que puedo darles a quienes desean incursionar en el mundo del cine es que, siempre y cuando tengan un buen estado físico, siempre y cuando sepan cómo ganarse la vida, no busquen trabajo de oficina para pagar el alquiler.”
“Salgan a vivir en el mundo real, vayan a trabajar de patovicas en un club nocturno, de guardianes en un manicomio o matarifes en un matadero. Caminen, aprendan idiomas, aprenden un oficio o un arte que no tenga absolutamente nada que ver con el cine.”
“Cuando uno lee a Conrad o a Hemingway de inmediato percibe cuánta vida real hay en sus libros. Esos tipos hubieran hecho grandes películas, pero agradezco a Dios que hayan sido escritores.”
“Habría que enseñarles a los cineastas que en algún momento las cosas seguramente saldrán mal, habría que enseñarles a enfrentar esos problemas, a manejar un equipo técnico que se les está yendo de las manos, a tratar con un coproductor que no paga lo que debe o un distribuidor que no hace la publicidad como corresponde, esa clase de cosas. La gente que se queja constantemente de este tipo de problemas en realidad no es apta para esta profesión.”
“Hace un tiempo vengo pensando en abrir una escuela de cine. Pero si la fundara, los aspirantes sólo tendrían permitido llenar el formulario de inscripción después de haber recorrido solos a pie una distancia de unos 5000 kilómetros, digamos de Madrid a Kiev. Y mientras caminan, tendrían que escribir. Deberían escribir sobre sus experiencias y luego entregarme sus cuadernos y libretas de anotaciones. Así sabré quiénes caminaron realmente esas distancias y quiénes no. Caminando se aprende más sobre filmar películas que asistiendo a clase. Durante ese viaje a pie usted aprenderá mucho más sobre lo que le depara el futuro que metido en la escuela de cine. Sus experiencias serán opuestas al conocimiento académico, porque la academia es la muerte del cine. Es exactamente lo contrario de la pasión.”
“En mi utópica academia de cine les exigiría a los estudiantes que hicieran actividades atléticas que implicaran un contacto físico real, por ejemplo boxear, cosa que les enseñaría a no tener ningún miedo. Tendría un galpón muy espacioso y en uno de los rincones instalaría un cuadrilátero de boxeo. Los estudiantes entrenarían todas las noches de 20 a 22 con un instructor de boxeo: harían sparring, volteretas (hacia atrás y hacia delante), malabares, ilusionismo.”