Solamente Žižek puede relacionar a Keanu Reeves y Sandra Bullock, la sexualidad, “Máxima velocidad”, Lacan y Schelling en un texto así de breve y contundente sobre la vida misma:
“Es fácil demostrar de qué manera “Máxima velocidad”, la película de Jan de Bont, cambia la típica fórmula hollywoodense de cómo se forma una pareja: necesitamos la situación extremadamente estresante de un autobús lleno de rehenes para creerle a Keanu Reeves (cuyas tendencias homosexuales son bien conocidas) en una relación heterosexual ‘normal’; la película termina con el escenario edípico más tradicional (el asesinato de la obscena figura paternal, Dennis Hopper, consolida la romántica pareja de Reeves y Sandra Bullock). El hecho de que se necesite pasar por semejante estrés para producir una pareja es sin duda un indicador de las actuales perturbaciones en las relaciones entre los sexos. Sin embargo, hay otra forma más profunda (o, en realidad, que está más cerca de la superficie, y por eso es más pertinente): al principio, el descontrolado autobús (su velocidad debe mantenerse por encima de los 80 kilómetros por hora; si baja, explota la bomba…) se vive como un estado de suspenso permanente, una pesadilla infinita estresante (nuestro único deseo es que ese estado termine cuanto antes); sin embargo, tarde o temprano, el espectador toma conciencia de que la alocada marcha del autobús es una metáfora de la vida misma. En tanto que la vida también es un constante estado de tensión, una carrera cuya ‘velocidad’ (los latidos del corazón) debe mantenerse a un determinado ritmo si queremos seguir vivos, el deseado fin de esta carrera salvaje es simplemente la muerte en sí. En resumen, lo que al principio parece una amenaza a la vida finalmente demuestra ser una metáfora de la vida misma…
Esta loca carrera del autobús en “Máxima velocidad”(la agitación, los nervios, el susto, el desequilibro que la caracterizan) sirve como metáfora acertada de lo que Schelling tenía en mente con su movimiento rotatorio de las pulsiones: la disposición hacia el universo implicada en la idea de un movimiento rotatorio es lo opuesto de lo que solemos percibir como ‘sabiduría’. El movimiento rotatorio de las pulsiones no ofrece una visión pacificadora de una totalidad que rota tranquilamente alrededor de sí misma y sigue su propio curso, con la bendición de la indiferencia hacia nues- tras pequeñas preocupaciones y angustias (y elevada más allá de ellas), sino que, antes bien, ofrece un tipo de carrusel loco cuyo funcionamiento debe ser interrumpido…”
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